Dieciocho años.
Siempre creí que cumplir dieciocho sería una de las mejores cosas que me podrían pasar, pero no es así, estoy a un día de cumplirlos y aquel estúpido pensamiento que tenía dejó de tener sentido.
Uno piensa que a los dieciocho ya tendrá todo.
Pensamos que tendremos nuestros propio hogar y ganando un buen sueldo.
Qué podremos hacer cosas que a un menor de edad no le permiten hacer.
Pero no es así.
Se nos olvida las obligaciones que tendremos a raíz de ser mayor de edad.
Qué cada vez estamos más lejos de nuestra infancia.
Poco a poco la madurez le quitará sentido a aquellas cosas que nos daban gracia.
Comenzar a actuar por uno mismo porque tus papás ya no estarán ahí para hacerlo.
Ya no es sólo un año más de vida, si no una nueva etapa y con ella muchos cambios capaces de crear miedo.
Valeria Almaraz ©