Sola en el campo de guerra.
Me encuentro sola en el campo de guerra. Todos han desaparecido, algunos por razones desconocidas, otros por decisión propia y otros involuntariamente.
Mi mirada paseándose de un lado a otros con la esperanza de encontrarse con alguien más, pero no lo lográ. Estoy completamente sola.
El ambiente es desertico, es díficil respirar, me provoca ansiedad.
Quiero salir corriendo de aquí, pero no encuentro ningun camino marcado, ¿será que lo borraron antes de irse?, ¿tenían todo planeado?
Grito dejando que el viento seco se lleve el sonido. Grito una y otra vez, y ocurre lo mismo, nadie escucha, pero ahí estaba ella, la soledad, la soledad me acomapañaba.
Sin aviso llegó para permanecer junto a mí por un largo rato, sin siquiera yo solicitarlo.
Sus palabras llegan a ser hirientes, pero dice que siempre habla con la verdad:
Ya no hay con quien compartas tus madrugadas, con quien tengas llamadas de horas, con quien ahogues risas para no ser escuchada, con quien crear palabras claves, con quien hables todos los días.
Ya no tienes a quien contarle lo que te pasa todos los días, no tienes a quien decirle la verdad, no tienes a quien decirle como te sientes.
Ya no hay a quien puedas abrazar, a quien puedas besar, a quien puedas amar.
Porque todos se han ido y no se sabe si algún día volverán.
Me dejo caer en el suelo duro, rendida de llevar todo esto cargando.
Dejo correr las lágrimas sobre mis mejillas, esperando que aparezca alguien para limpiarlas.
Exhausta ya de sentirme sola en el campo de guerra.
El llanto parece no acabar, pero cuando logro pausar los pensamientos negativos pienso en que quizá la única solución sea que me enfrente al vacío yo sola.
No puedo depender de alguien que ya no está, sí avanzar es lo que quiero.
Valeria Almaraz ©